'La forma del agua', mucho más que una sobrecogedora historia de amor


Me gustó La forma del agua porque, al igual que el preciado líquido, la película adquiere variadas formas. Es indudable que pertenece al género de cine fantástico, donde el director Guillermo del Toro se mueve como pez (¿o anfibio?) en el agua, pero este filme es mucho más que eso, difícil de encasillar.

¿Un drama romántico? Sí, pues tenemos a un par de enamorados: ella, una mujer muda, solitaria e insignificante para el resto de la humanidad. Una empleada más de un frío búnker del gobierno que en la intimidad de su casa es una caja de sorpresas, una persona normal y compleja como todas.

Él, por su parte, es una criatura acuática en un mundo que no le pertenece; un monstruo tropical cautivo en un laboratorio que necesita ser estudiado por los científicos norteamericanos, despedazado si es necesario, para ganarle la carrera espacial a los rusos. Entonces, tenemos también una película de espionaje. Y el humor tampoco falta, coqueteándole así a la comedia. Y al musical porque sorprenden con canto y baile. Pero a veces también parece una película de terror...


Como la gota de agua que delicadamente nace en un páramo y discurre por la montaña convertida en río caudaloso hasta llegar al mar, esta película recorre todas las emociones posibles sin que el desenlace se torne previsible.

Ahí está el talento del sensible e inventivo Guillermo del Toro para redondear y hacer verosímil una historia fantasiosa que al mismo tiempo está nutrida de realidad: la Guerra Fría, el machismo, el racismo, la violencia sexual, la crueldad en la experimentación científica, el desprecio por los seres vivos que no son como nosotros...


Seguro va a barrer en los próximos premios Óscar, donde es la máxima favorita con 13 candidaturas, tan solo una menos que las tres películas con más nominaciones (14) en la historia de estos premios: Todo sobre Eva (1950), Titanic (1997) y La la land (2016). 

¿Mejor película? Tal vez. 
¿Mejor director? seguramente. 
¿Estatuilla para la protagonista Sally Hawkings y los no menos brillantes actores de reparto Richard Jenkins y Octavia Spencer? Ojalá.

Y si gana por guión, fotografía, banda sonora, vestuario o sonido sería más que merecido: es una película muy bien contada, entretenida, con mucho suspenso, actuaciones sobresalientes, una maravillosa puesta en escena y algunos riesgos en materia sexual. Ojo. No es apta para niños. 

La forma del agua tiene otro punto a su favor para ganarse la simpatía de los votantes de la Academia: rinde un sentido homenaje al cine y eso a Hollywood le encanta. Y no solo por las referencias directas de ciertas películas clásicas, sino también porque su trama nos recuerda otras obras de amores incomprendidos como King Kong y La bella y la bestia.

¿Será que Del Toro lo ha hecho a propósito para acercarse a la gloria y convertirse en el tercer mexicano en ganar el Oscar a mejor director, después de Alfonso Cuarón y Alejandro González Iñárritu? No lo sabemos. 

Lo que sí es cierto es que esta película le ha quedado muy buena. Un romance arrebatador que promete quedarse en la memoria del cine. 

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