Lo bueno y lo no tan bueno de Star Wars: Los Últimos Jedis


El octavo capítulo de la saga Star Wars, Los Últimos Jedis, ha sido todo un fenómeno de taquilla desde su estreno el pasado 13 de diciembre con más de 530 millones de dólares recaudados en todo el mundo, ubicándose hasta hoy como la octava película más taquillera del 2017. La bella y la bestia sigue en primer lugar (ver aquí).

Con el mismo furor, la cinta ha generado todo tipo de críticas y comentarios por parte de los espectadores, con opiniones divididas entre quienes la consideran la mejor o la peor entrega del universo Star Wars.

Sin verme obligado a ubicarla en uno u otro bando, simplemente resaltaré aquellos aspectos que más me han gustado de la película. Y los que menos. Aquí va:

Lo bueno


- La música, como siempre, que pone la piel de gallina desde el texto de apertura, con su tipografía tan familiar. Sin las melodías de John Williams, Star Wars no sería lo mismo.
- Luke Skywalker. Desde 'El despertar de la fuerza' habíamos quedado a la expectativa de la reaparición de este personaje central de la saga. En esta nueva entrega Luke vuelve con todo el poder de la Fuerza y con muchas lecciones para Rey, la joven recolectora de chatarra llamada a ser una Jedi.
- Las locaciones. La isla rocosa donde esconde Luke es Skelling Michael, en Irlanda. La ciudad de Canto Bight con su bares y casinos en realidad es Dubrovnik, en Croacia. Y la más impresionante: la base de la Resistencia es el salar de Uyuni, en Bolivia. Nuestro planeta es la mayor maravilla de la galaxia. Vea los escenarios aquí
- La resistencia. Ninguna otra película ha dado tanta importancia a la Alianza Rebelde o Resistencia, al mando de la Princesa Leia. Tenemos la inclusión de nuevos personajes y conflictos que nos muestran otras facetas de los "buenos" del paseo.
- La geopolítica. Más allá del enfrentamiento galáctico entre fuerzas imperiales opresivas y unos rebeldes con ansias de democracia y libertad, surge un nuevo tópico controversial: el tráfico de armas. Quienes le venden armas al Imperio son los mismos que le venden a la Resistencia. Como en la vida real, todo son negocios.


Lo no tan bueno

- Más de lo mismo. No nos digamos mentiras. La trama parece una copia de El imperio contraataca, la segunda entrega de la trilogía original. Cambian los personajes, pero las situaciones son casi las mismas. ¿Será miedo al cambio? Al parecer los productores no han querido apartarse mucho de la Star Wars original para no decepcionar a los fans de toda la vida, así que el resultado ha sido una historia que da vueltas sobre sí misma.
- La suerte de Leia.  A raíz de la muerte de la actriz que la interpreta, Carrie Fisher, este personaje protagónico retiene toda la atención ante su probable despedida de la saga. En el afán por sorprender al espectador, resulta incluso volando en una de las escenas más surrealistas y criticadas.
- El metraje. Con sus 150 minutos la película se hace excesivamente larga y a la hora de la verdad no avanza mucho. Al igual que El imperio contraataca, abona el terreno para que hechos nuevos se desarrollen en una próxima entrega.
- El villano. Sobre el líder supremo Snoke han quedado muchas respuestas sin resolver: quién era en realidad, por qué se volvió malo y qué relación tenía con Kylo Ren. No sé si valga la pena saberlo algún día. Se queda corto frente a la maldad y el poder del senador Palpatine, quien se convirtió más adelante en el Emperador.
- El personaje de Benicio del Toro. Se llama DJ y es una mezcla entre el cazarrecompensas de Han Solo y el indescifrable Lando Calrisian, pero sin el carisma de ambos. Muy seguramente aparecerá en entregas posteriores para reivindicarse por lo mal hecho.

En conclusión, Los Últimos Jedis es buena y entretenida, pero todavía limitada por lo que se espera de ella. Es difícil darle gusto a todo el mundo.

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